Todo 8 de diciembre será, según el calendario occidental, el indicativo para que la fe católica, prepare las festividades del Día de la Inmaculada Concepción.
Muchas aguas pasaron por debajo del puente de la historia desde aquel 8 de diciembre de 1854, cuando el Papa Pío Nono declarara venerable este día del año, tras aceptar los pedidos realizados por autoridades y estudiantes de las universidades católicas de todo el mundo.
La Virgen del Valle, nuestra Virgen Morena, a través de los siglos fue apropiándose de la fe de la gente e insertándose en su inconsciente colectivo, especialmente en el norte argentino, lo que representa una demostración y una necesidad de creer a lo sobrenatural y hacerlo de uno.
Es por eso que traer a la memoria su aparición resulta importante y significativo para los fieles, cuando entre 1618 y 1620, en una gruta cincelada por la naturaleza en Choya, provincia de Catamarca, ocurrió el milagro.
Por aquel entonces, la población estaba formada por españoles e integrantes de los pueblos originarios que en su gran mayoría se habían convertido al cristianismo.
Fue un aborigen que estaba al servicio de don Manuel Salazar, quien se encontró con un pequeño nicho de piedra, con la imagen de la santísima Virgen María, con su rostro moreno y con las manos juntas en forma de rezo, rodeado por restos de fogones y numerosas flores.
La historia sería testigo de aquel descubrimiento que permaneció en secreto por un breve tiempo, porque aquel aborigen, no pudo soportar el deseo de compartir la bendición del hallazgo con su amo, a quien le contó que la veneraban, que estaba allí entre las piedras, que era morenita como los indios y que por eso la querían y que él también había aprendido a quererla.
En enero de 1890, Fray Orellana mandó a confeccionar la corona de la Virgen y por esa época ya circulaban entre los fieles, las primeras estampitas elaboradas de la Virgen.
Cuando se cumplieron 50 años de la coronación de la Virgen, en 1941, el obispo de Catamarca le encomendó al pintor Orlando Orlandi, pintar las telas artísticas de la historia de la Virgen, y ese mismo año la catedral levantada en su honor, fue declarada Monumento Histórico Nacional.
La Virgen Morena, Nuestra Señora del Valle, con su tez oscurecida y su paz desbordante, resultaba un culto poco común para ese entonces, cuando recibió el título de Patrona Nacional del Turismo el 20 de marzo de 1974 bajo la tercera presidencia de Juan Domingo Perón, su culto dio un giro diametral.
Los peregrinos llegan hasta sus pies cada 8 de diciembre desde distintos puntos del país. Tiene la excusa perfecta para agradecerle las bendiciones otorgadas y dejar ante sus atrios las peticiones que los traerán de vuelta al año siguiente, en el marco de las festividades en su honor.
La peregrinación a la Virgen del Valle tiene esa mística especial, porque simboliza el constante acercamiento de los fieles a la iglesia y la reafirmación de la fe con cada paso que da el peregrino con sacrificio hasta llegar al sitio de la bendición.
Pasaron más de 400 años desde aquella aparición maravillosa y de las primeras muestras de fe, y la adoración sigue intacta, en aumento. Los devotos continúan venerándola, porque le atribuyen a Nuestra Señora del Valle numerosos sucesos milagrosos, tales como la sanación de enfermedades terminales, cegueras y parálisis. La sobrenatural protección de las plagas de gusanos y langostas a todo un pueblo y la enorme fascinación que genera entre sus seguidores es un caldo de cultivo para acrecentar el mito que moviliza a miles de personas que a la hora de hacer un balance anual se preparan con manos abiertas y ofrecidas al cielo a recibir las gracias de la Virgen Morena.