Con esas palabras, Jorge resume el viaje de su vida en el grupo de Facebook “No sos de La Banda si no…”, pues, vive en Buenos Aires, pero no se cansa de repetir que nació en Weisburd, Santiago del Estero, creció en el barrio San Martín, y hasta llevó la bandera amarrada en su bicicleta durante todo el trayecto.
Un año y 20 días creando momentos imborrables
Descubrimos a Jorge precisamente por una publicación en los grupos de las redes sociales, pero hace un par de meses, cuando su viaje iba por la mitad. Estos grupos tienen la linda característica que, lejos de recibir comentarios negativos, la gente comparte los logros de quien postea, y el apoyo en cada comentario es un empujoncito más que ayuda a cumplir sus metas.
Pero igual, faltaba mucho por descubrir de este señor que recorría el país en bici, con una perrita, y destacaba todo el tiempo ser santiagueño. ¿Quién es Jorge? ¿Cómo inició este viaje?
“Yo nací en el campo, en Weisburd, un 29 de noviembre de 1964; a los 5 años mi familia se mudó a La Banda, después me fui con mis abuelos y a los 15 años partí solito a Buenos Aires, mi sueño era jugar al fútbol”, comienza relatando a Diario Panorama el hombre protagonista de esta historia.
Luego se encontró lejos del fútbol pero siempre continuó en el mundo del deporte. Practicó Taekwondo y gracias a él ganó cientos de medallas y viajó a Europa, y también por Perú, Cuba, Brasil y Chile. Luego se formó como personal trainer y vivió del gimnasio. Mientras, el espíritu viajero lo acompañó en todo momento.
Jorge junto a su hijo Pablo - Foto: Facebook de Jorge Gomez
Se casó y junto a su esposa María Paz, “Pachi” viajaron mucho por el país, sobre todo la Patagonia, en todos los vehículos, moto, motorhome; menos en bicicleta. Hasta que la idea entró a su mente.
“Todos hablaban de la Ruta 40, la conocía por tramos pero no completa. Decidí empezar este viaje en 2020, pero la pandemia nos guardó y tuve que replantear muchas cosas”, sostiene, describiendo cómo le afectó a su vida esta pandemia: “Vivimos a dos cuadras del Congreso, plena Capital Federal, y estar encerrados en un departamento nos estaba haciendo mal, llegué a pesar 110 kilos y ahí dije basta, en año nuevo como sea me voy, y así fue”. El 2 de enero de 2021 empezó su aventura.
Viajar en pandemia, cuando es difícil moverse
El 2020 fue un año difícil para movilizarse, pero en el 2021 comenzaron a aflojar las restricciones. Así fue que comenzó la odisea de agarrar la bicicleta y atravesar el país desde Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, y Salta hasta llegar a La Quiaca, cruzando cada frontera interna, presentando permisos y autorizaciones correspondientes, y en cada ciudad, un nuevo desafío.
Jorge Gomez y Pachi
En abril, en Cafayate se encontró con una perrita mestiza recién nacida a quien adoptó y llamó Lola, y con este detalle su viaje empezó a cambiar. Su esposa lo iba visitando cada tanto mientras podía, ya que no pudo sumarse al viaje un 100% porque trabaja en relación de dependencia, cuenta.
“Fue todo un tema andar con la perra porque pedían permisos diferentes, sobre todo cuando tuve que cruzar a Chile”, recuerda Jorge.
La maravilla de las cosas simples
Jorge comenzó a bajar por la Ruta 40 pedaleando una bici con carro y equipaje que en total pesaba 250 kilos. La belleza del paisaje y el silencio se convirtieron en oportunidad ideal para pensar y reflexionar sobre su vida y las decisiones tomadas.
“Hay mucha gente que vive enojada con la vida, quejándose por todo, yo les diría que las cosas más lindas no tiene precio, y son las más simples”, comienza Jorge reflexionando lo aprendido.
“Soy un hombre de 57 años que cumplió un sueño que hoy podrían hacerlo a los 30; el viaje me enseñó que tengo muchas cosas de más, viajar en bici, así como lo hice, te enseña a valorar todo lo que se tiene en casa, el agua caliente de la ducha, la comida en la heladera, y sin embargo, lo más lindo de todo es eso que Google no te da, que es la experiencia de charlar con la gente que te cruzas en el camino”.
Dormir en un calabozo en Jujuy
“Se ven muchas cosas malas en la televisión, y es muy triste saber que eso pasa, pero en el viaje me pasó de que gente que no me conocía se me acercaba y me ofrecía un pedazo de pan, un plato de comida, un techo donde dormir, hasta llegué a dormir en el calabozo de una comisaría que nunca tuvo presos, en un rinconcito de Jujuy. Jamás te imaginas que vas a terminar comiendo guiso con los policías en medio de una montaña. También compartí con familias coyas en el norte y con comunidades mapuches en el sur, y son oportunidades únicas que me hacen creer que soy una persona afortunada de haber conocido tanta gente con tantas formas distintas de pensar”. “Cuando te vas no quedan más que emociones, que alguien que no te conoce te trate mejor que tus propios vecinos, no hay cosas como esas, y encima en plena pandemia”, destaca sorprendido.
Jorge y Lola
Viajar muestra el lado lindo de la nostalgia de recordar cuando uno se va, y Jorge lo puede plasmar en palabras cuando le preguntamos si se sintió solo durante el viaje, aún sabiendo que siempre estuvo con Lola, su fiel perrita viajera: “La soledad es un tema a tratar, porque hablan de la soledad como algo feo, pero la soledad elegida es buena porque me permite pensar, me servía para crecer y valorar a mi familia, mis hijos, la comida de mi casa. Yo no soy promotor de nada, lo hago para contagiar las ganas y para que la gente sepa que se puede hacer cosas con muy poco, no hace falta ser millonario para poder conocer lo hermoso del país; las cosas más lindas de la vida no tienen precio y hay que saber mirar mejor”.
Los proyectos a futuro
Después de semejante viaje de más de un año pedaleando, uno podría imaginarse que es difícil volver a la rutina en una gran ciudad; y aunque ese sea su próximo paso, Jorge ya tiene pensado su nuevo objetivo, enfocado en trabajar para cumplirlo.
Uno de sus nietos le dijo “Abuelo, tienes que ser youtuber”: “¿Quee? Yo no sé nada de esas cosas, guardalas para vos”, le respondió Jorge en ese momento, quien hoy suma suscriptores en el canal de Youtube "Memorias de bicicleta" que su mismo nieto le creó y enseñó a usar.
Así, empezó a grabarse en el camino, y subió por capítulos la travesía de atravesar el país en bici, acompañado de una perrita. El contenido de los videos busca ser funcional a más viajeros, ofreciendo tips y consejos de viaje y soluciones a problemas que surjan en el camino. Sin embargo, no se considera el abuelo youtuber de la familia.
Su anhelo ahora es pedalear por las rutas de Asia y África, acompañado de Pachi durante todo el viaje, esta vez. Sin embargo, reconoce sus limitaciones, y la inestable economía del país es la principal.
Mientras, tiene pensado volver a Santiago del Estero a visitar a sus hermanos que siguen viviendo en el barrio Mercantil, de la ciudad de La Banda; y además tiene un proyecto en mente a realizar en Weisburd, su ciudad natal, con el objetivo de ayudar a los niños del lugar; donde años atrás ya hizo una donación de casi 4 mil libros que juntó para ellos.
Jorge llegó a Ushuaia el pasado sábado 22, con un grupo de personas que seguían su trayecto, esperándolo al costado de la ruta. Llegó y lloró porque cumplió su sueño, y siempre pensando en sus hijos, su esposa y en su fe en Dios.
“No soy de ir a la iglesia, pero creo en un Dios superior, que cada uno le ponga el nombre que quiera, pero es quien manda. El coronavirus enseñó que el humano no manda nada, sino no hubiese cambiado todo de un día para el otro. Ir pedaleando entre volcanes y pensar: ¿quién hizo esta maravilla? La respuesta es Dios. Y a Dios no tengo nada más que pedirle, no hay que manguear tanto, hay que agradecer; le agradezco por la familia que tengo, por la vida que llevo, y mi mensaje a toda la gente es que se puede cumplir los sueños, sólo hay que trabajar y buscarlos”, finaliza.